viernes, 26 de febrero de 2010

La descolonización que nunca llega (continuación)

 En algún sentido, este post complementa el de ayer


La falta compromiso de la oposición y los medios con una causa (defensa de la soberanía nacional sobre las Malvinas) que tendría que ser prioritaria "para todos", incluída "la gente", no deja de dar cuenta de lo profundo que cala el pensamiento colonial en Argentina. Principalmente, en la clase media (el medio pelo, diría San Jauretche).

Más pendiente de París que de González Catán, la "gente" solo cae en que lo correcto es apoyar a la posición "del gobierno" cuando esta tiene el apoyo de todo el continente y la defensa pública del líder "respetable" de la región, que es Lula. Peor, un pensamiento común extendido es que "con lo que somos los argentinos cómo no van a querer ser ingleses los kelpers", sin importar la soberanía nacional.

Ahora bien, ¿qué somos los argentinos, en particular, y los sudamericanos, en general? Somos lo que nos dicen que somos. O lo que nos dijeron.

Desde que Colón llegó a América, los "subdesarrollados". ¿Qué es el desarrollo? Europa. Todo lo que no es "modernamente occidental" es inferior. Así, el tango y las murgas no eran música: eso quedaba reservado para Bach, Mozart y algunos más. Los Pueblos Originarios "no tenían cultura", porque no escribían y usaban taparrabos. 

Europa se autopostuló como "él" modelo a seguir y se lo impuso a América, que siempre corrió de atrás: ¿alguien me explica cómo convencer a otro que somos exactamente iguales? La diferencia es subdesarrollo. Por siglos fue así.

Nos dijeron que añoremos lo que ellos eran, mientras nos pidieron "sacrificio" para serlo, cuando en realidad ya lo habíamos hecho. Al fin de cuentas, el sacrificio de este continente permitió el esplendor del otro.  "Acumulación originaria", la llamó un tal Marx. Genocidio y saqueo, diremos en términos más nuestros.
En las últimas décadas las visiones han cambiado, al igual que los escritos. Ya sabemos que los indígenas tenían más conocimientos que los españoles en todo excepto en el uso de la espada. También que el modelo a seguir no es tan perfecto, nunca lo fue y que en realidad no conviene seguirlo, sino hacer el propio. Pero quedan cosas pendientes.

Que dejemos de pensar que "somos europeos en América" es una de ellas. Que cambiemos el cristal desde el que miramos nuestra realidad, es otra. Y son las que nos permitirán defender nuestro territorio dignamente, pero sin balas. Lástima que en el "Año del Bicentenario de la Revolución de Mayo" todavía falte tanto para descolonizar al medio pelo cipayo.

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