Como cada cuatro años, la Universidad de Buenos Aires (UBA) eligió Rector. Como cada cuatro años, la elección del mismo estuvo algo...complicada. Como cada vez que pueden, la mayoría de los medios aprovecharon para recordarle a sus audiencias que esos "vándalos" estudian gracias a los impuestos que todos pagamos. No es necesario caer en el análisis de la construcción de la noticia, otros ya lo han hecho y de manera más que ingeniosa.
Algo que ya hemos planteado desde este espacio son las profundas ausencias de referencias o contexto que se dan en los medios de comunicación. Todo es presente puro, la imagen vale más que mil palabras y no requiere explicación. Un joven encapuchado tirando piedras a la policía que defiende al Congreso Nacional vallado "no puede justificarse" ni explicarse: es una conducta "antidemocrática". Y el análisis termina en "el acto repudiable".
¿Cuántos medios recordaron ayer la votación en la que se impuso como Rector a Jaim Etcheverry? ¿Cuántos recordaron que hace cuatro años la UBA estuvo acéfala por ocho meses y que la asamblea que consagró a Hallú fue tan "particular" como la de ayer?
Pero lo más importante no es recordar los incidentes sino las causas. Tanto Jaim Etcheverry en el 2002 como Hallú en el 2006 prometieron subsanar el reclamo principal de los representantes estudiantiles y no lo hicieron, esto es, la falta de representación política proporcional a su tamaño para el claustro de estudiantes. Este reclamo, al cual se suman docentes no reconocidos, se viene dando desde entonces y, pese a las promesas, no ha sido resuelto. Su impacto político más importante es tener menos peso en el co-gobierno de la UBA y, por lo tanto, en la toma de decisiones de gestión o de (ejem...) elección de autoridades.
Es cierto, nadie puede pretender que quienes se encuentran en mejor situación política a la hora de elegir las autoridades renuncien muy campantes a ese privilegio. Pero si los estudiantes ya presentaron varios reclamos por escrito pidiendo la modificación del Estatuto Universitario que no tuvieron curso favorable, ¿qué tienen que hacer para que las promesas que les dan cada cuatro años se concreten?
Sin dudas, arrojar piedras no es parte de la solución, pero no deja de ser una primer respuesta. Todo, aunque los medios saquen de contexto esas imágenes e interpelen al evasor de impuestos que mira del otro lado de la pantalla, muy contento por no financiar los estudios superiores de semejantes vándalos. En cuatro años, seguramente, pensará lo mismo...
Estuve leyendo los post y está bueno el blog, che.
ResponderEliminarTe sigo y te agrego al blogroll.
Saludos.